Los Prerrequisitos De La Oración: La Debida Revere

Los prerrequisitos externos de la oración están regulados por la jurisprudencia islámica (fiqh) y la oración en la que no se acatan las normas prescritas no es aceptable. Sin embargo, tampoco se acepta a la que le falta la debida reverencia. Por lo tanto, en una oración se deben combinar las normas exteriores con las interiores que son el adorno del corazón, alcanzadas con la actualización del secreto de la purificación. Se dice en el Corán:

“Habrá triunfado quien se purifique.” (A’la, 74:14)

El cultivo espiritual es muy importante para la oración. Allah no menciona tanto lo obligatorio (fardh), lo necesario (wajib) ni el número de las partes de la oración, sino que más bien recalca repetidamente la importancia de la debida reverencia, de la sinceridad y de la paz de la mente.

“Habrán triunfado los creyentes. Aquellos que en su salat están presentes y se humillan.” (Muminun, 2 3:1-2)

El Profeta (s.a.w) dice:

“El que realiza la ablución correctamente y ofrece la oración a tiempo, y se inclina y postra con debida reverencia consigue que su oración se eleve como una luz luminosa que proclama: ‘¡Qué Allah te salve! ¡Has cumplido con todos los detalles!’ Y la oración del que no lo hace se eleva como algo oscuro que proclama: ‘¡Qué Allah te pierda como me has perdido a mí!’ Una oración de este tipo va, siguiendo el decreto de Allah a un lugar y luego vuelve para abofetear a la persona.” (Tabarani)

Le preguntaron una vez a Bahaaddin al-Naqshiband:

- ¿Cómo se alcanza la debida reverencia en la oración?

Contestó:

- Hay cuatro prerrequisitos para ello:

1. La ganancia lícita.

2. La mente consciente durante la ablución antes de la oración.

3. Sentir la presencia de Allah cuando se empieza diciendo “Allah es Grande.”

4. Sentir la presencia de Allah todo el tiempo de la oración; tener paz y tranquilidad; y obedecer a Allah después de la oración.

La debida reverencia es tan importante que Allah le trata al siervo de acuerdo con ella. El Profeta (s.a.w) dice:

“Cuando una persona completa su oración, una décima parte de su recompensa va para él; o bien obtiene una novena, u octava, o séptima, o sexta, o cuarta, o tercera, o mitad…” (Abu Dawud, Salat, 124)

“Muchos no consiguen ni la sexta parte, ni siquiera la décima, de la recompensa por la oración. Solamente reciben la parte que realizaron con la debida reverencia.” (Abu Dawud, Nesai) Es decir, el siervo recibe la recompensa solamente por la parte hecha con la debida reverencia.

Los que realizan las oraciones con sinceridad se comprometen con Allah. Están ocupados solamente con las oraciones y lo hacen con el propósito de alcanzar ventajas espirituales. Fijan los ojos en el punto en el que se van a postrar y sintiendo que están bajo la vigilancia Divina experimentan un gran placer espiritual.

Ésta es, por supuesto, la condición de los siervos sinceros con el corazón sano. Es decir, la debida reverencia es el fruto de la sinceridad, que le proporciona al siervo la debida reverencia, le eleva hacía la estación más alta ante Allah a la vez que le asegura la protección Divina. El Profeta (s.a.w) dice al respecto:

“Buenas nuevas para aquellos que son guiados al camino recto. Solamente por ellos desaparece la peor enormidad.” (Fadail-i Amal)

Para que la sinceridad y debida reverencia arraiguen en el corazón y den fruto se tienen que dar las siguientes condiciones:

1. La paz del corazón: El alma ha de cubrirse con la súplica espiritual, alabanza de Allah y los versos. Uno debe romper con las obligaciones mundanas, ya que de otro modo no será capaz de concentrarse en la oración y nunca tendrá la consciencia de estar ante Allah. Si el siervo logra superar este olvido, lograr la unión con Allah y beneficiarse de los significados de la recitación, entonces alcanza la paz del corazón y de la mente. Por eso, los hombres de Allah solían esforzarse por compensar no solamente las oraciones ofrecidas correctamente, sino también las que no habían podido ofrecer con la paz del corazón y de la mente. No significa que todos deban hacer lo mismo pero muestra la importancia que tiene para la oración un corazón sano. El corazón sano es el resultado del esfuerzo espiritual y del deseo de elevarse espiritualmente, actualizados por la comprensión del hecho de que la proximidad con Allah sólo se puede alcanzar con la oración.

2. La percepción: Uno debe percibir lo que recita. Es lo segundo en importancia después de la paz del corazón. La percepción actúa como un puente para que la paz mental en la oración se manifieste en cada momento de la oración.

3. Reverencia: Uno debe siempre ser consciente de estar en la presencia de Allah y mantener el respeto tanto físicamente como espiritualmente. Dicho de otro modo, la reverencia implica mantener la paz de la mente, la percepción, y los requisitos de la oración. Mantener estas condiciones aumenta el mérito de la oración y cada una de ellas intercederá por el siervo el Día del Juicio. Uno debe de tener en cuenta la siguiente advertencia: “Si quieres que tu oración se eleve no pienses que tu adoración es algo excelente comparándolo con la Grandeza del Señor y las bendiciones que Allah te había otorgado. No pienses siquiera que tu adoración es suficiente para darle las gracias a Allah. Piensa que el Profeta (s.a.w) solía decir: ‘¡Oh Señor! No he podido agradecerte debidamente. ¡Perdóname!’”

4. Temor y miedo: El siervo debería sentir el temor que es el resultado de la reverencia. Temor y miedo le proporcionan al siervo la consciencia de la Grandeza y Poder de Allah, de la cual viene la rectitud y el ardor. Ésta es la manera más efectiva para el siervo de aumentar su rango ante Allah. Se dice en el Corán:

“Y en verdad que el más noble de vosotros ante Allah es el que más Le teme.” (Hujurat, 49:13)

Abu Zarr relata:

“Un día de otoño el Profeta (s.a.w) salió de casa. Se estaban cayendo las hojas de los árboles. El Profeta (s.a.w) entonces dijo: ‘¡Oh Abu Zarr! No hay duda alguna de que si un musulmán hace la oración solamente por Allah sus errores le abandonan igual que estas hojas abandonan a los árboles.’” (Ahmad, Targib)

5. La esperanza: Uno debe tener la esperanza de la Misericordia de Allah durante la oración y suplicar después de ella. Si uno solamente teme, esto le puede llenar de tristeza y un día puede dar la vuelta a nuestro equilibrio espiritual. La esperanza alentadora elimina este peligro.

6. Modestia: Es una virtud complementaria a las ya mencionadas. El siervo que se ve a sí mismo en la presencia de Allah se siente avergonzado de sus acciones incorrectas y por lo tanto intenta evitarlas. Se da cuenta de sus fallos y defectos en cuanto a la oración. No se obsesiona con los actos de adoración. Una vez el Profeta (s.a.w) dijo al respecto: “Nadie debe pensar que sus errores serán perdonados solamente a causa de sus actos de adoración.” (Fadail-i Amal, 251) Así pues, no se puede tener garantía que debido a nuestras oraciones nos serán perdonados los errores. Uno debe también estar siempre avergonzado de su comportamiento indecente ya que el perdón es la Misericordia y la Bendición de Allah, la consecuencia de su Compasión. No somos capaces de ofrecer la oración y agradecer al Señor adecuadamente, pero las oraciones ofrecidas con vigilancia y humildad complacen a Allah por ser Suya la Beneficencia y la Bendición.

Resumiendo, el que no combina el ritmo del cuerpo con el temor del corazón no puede alcanzar la esencia de la oración. Uno deber esforzarse para capturar la esencia de la oración tanto físicamente como espiritualmente. Los asuntos que dañan la unión del cuerpo y del espíritu deben ser apartados y la mente debe mantenerse libre de toda clase de distracciones. El Profeta (s.a.w), por ejemplo, dice: “Cuando coincide la oración y la comida, primero comed.” (Bukhari, Muslim)

Los especialistas recalcan la unión del cuerpo y del espíritu en la oración y metafóricamente muestran que las oraciones de las personas que se mencionan a continuación nunca son aceptadas:

1. El cazador

2. El aguador

3. El comerciante

El cazador representa aquí a todos aquellos que durante la oración fisgan con los ojos a su alrededor. El portero representa a aquellos que aunque lo necesiten evitan ir al baño para no tener que hacer la ablución. El comerciante representa a aquellos que no apartan los asuntos mundanos de la mente y del corazón. Estos tres metafóricos grupos de personas no pueden beneficiarse de la oración ni alcanzar el estado de temor y tranquilidad. Ofrecen las oraciones solamente por cumplir y esto no tiene aceptación ante Allah ya que las partes del cuerpo deberían estar preparadas para ello. Por esta razón, cuando el Profeta (s.a.w) vio que alguien se pasaba la mano por la barba dijo: “Si hubiera temor en el corazón de este hombre, todas partes de su cuerpo estarían quietas.” (Tirmizi) Este dicho del Profeta (s.a.w) una vez más subraya la necesidad de la unión entre el cuerpo y el espíritu. Hay otros dichos al respecto:

Ofreced vuestra oración manteniendo todas las partes del cuerpo inmóviles. No os balanceéis como lo hacen lo judíos. Mantener el cuerpo inmóvil es un requerimiento para la oración.” (Trimizi)

Siete cosas puede haber en la oración de Satanás (es decir a Satanás le gustan): la nariz que sangra, echarse una cabezada, dudar, bostezar, picor, mirar alrededor, jugar con algo…” (Tirmizi)

Estas cosas malogran el espíritu de la oración.

A la inversa, si al ofrecer la oración la persona exteriormente parece temerosa pero interiormente no lo es tenemos el caso del temor hipócrita, un estado del que el corazón se debe alejar. El punto sobre la ‘i’ está en las palabras de la oración del Profeta Abraham (a.s) que menciona el Corán:

“¡Señor mío! Hazme establecer la Oración a mí y a alguien de mi descendencia. ¡Señor nuestro! Acepta mi súplica.” (Ibrahim, 14:40)

Harem-i Asam sugiere lo siguiente para ofrecer la oración adecuadamente:

“Prapárate para la oración de la mejor manera. Luego coloca a la Ka’bah entre las cejas; el puente al paraíso (sirat) bajo tus pies; el paraíso a tu derecha; y el infierno a tu izquierda. Entra en presencia de Allah con esperanza y temor, pensando que Azrail (el Ángel de la Muerte) está a punto de tomar tu vida, y que es tu última oración en este mundo. Empieza diciendo ‘Allah es Grande’ con plena consciencia! Empieza a recitar el Corán despacio y piensa en el significado. Haz que tu alma se postre con reverencia y póstrate no humildad. Intenta que tu cuerpo siga los requerimientos externos de la oración, pero que tu alma siempre permanezca en el estado de postración y no permitas que esta unión se rompa ni por un momento…”

Al-Gazzali comenta tener presente el amor al Profeta (s.a.w) durante la sentada (tahhiyat) y da un importante ejemplo. Dice:

“Es necesario imaginar al Profeta (s.a.w) entre los ojos de tu corazón, mientras se dice ‘¡Oh Profeta! ¡Paz y bendiciones de Allah sobre ti!’ en la primera y última sentada.”

Una excepcional exaltación para el Profeta (s.a.w) es este saludo particular de Allah para Su Profeta durante su ascensión (mi’ray) hacía los cielos: “¡Oh Mensajero! Qué la Paz y la Misericordia de Allah sean para ti en este mundo y en el Más Allá.” La oración es como una ascensión del siervo, suponiendo que es el caso de aquellos que piensan en profundidad en los beneficios de la Gracia Divina.

Por esto uno debe intentar beneficiarse espiritualmente del hecho de saludar al Profeta (s.a.w) durante la oración. Significa un recuerdo para nosotros de la ascensión del Profeta (s.a.w) hacía los siete cielos, una misteriosa transfiguración del amor de Allah hacía Su Profeta (s.a.w). La declaración de Fe que viene después de pedir por el Profeta (s.a.w) es una prueba de lo elevado de la creencia en Allah Único y en ser Su siervo e implica el requisito de saludar al Profeta (s.a.w) en cuanto se menciona su nombre.

Así pues, la oración con todo su contenido es para nosotros como una ventana que se abre a la verdadera esencia del Islam. Los que aman a Allah se acercan a Él a través de esta ventana y observan las Elevadas transfiguraciones y las realidades mientras se aproximan al misterio Divino. Por eso, uno no puede alcanzar la fe perfecta sin darse cuenta del misterio de salutación al Profeta (s.a.w) junto con la repetición del nombre de Allah. Allah encomienda a los creyentes a enviar saludos al Profeta (s.a.w) como reflexión de su afecto por el Profeta (s.a.w) expresado en un verso en el que se dice también que Allah y sus ángeles le envían saludos también:

“Es verdad que Allah bendice al Profeta y Sus ángeles pide por él.” (Ahzab, 33:56)

Con ello, los que adoran y ofrecen la oración se dejan llevar, pierden las preocupaciones mundanas y no hacen caso de los placeres de este mundo. Jalal al-Din Rumi dice de los que logran conseguirlo:

“Salen de este mundo en el momento de empezar la oración como lo hacen los animales durante el sacrificio.”

Luego Rumi hace esta llamada al siervo:

Ofreces la oración de pie como una vela en el nicho de la mezquita que indica la dirección de Meca. Se sabio y consciente del significado de la primera recitación cuando empieza la oración, Allah es el Más Grande  اللَه اَكبَر Significa: “¡Oh Señor nuestro! Nos sacrificamos en Tu presencia. Dirigiendo nuestras manos hacía nuestras orejas ponemos todo detrás y nos dirigimos hacía Ti.

La recitación de اللَه اَكبَر “Allah es el Más Grande” cuando empieza la oración es como la recitación de ‘Allah es el Más Grande’ cuando sacrificamos a un animal ya que al decirlo sacrificamos a nuestra sensualidad. En este momento tu cuerpo es como él de Ismael y tu alma como la de Abraham (a.s). Cuando tu alma dice ‘Allah es el Más Grande’ اللَه اَكبَر, tu cuerpo se despoja de toda sensualidad y pasión. Y cuando dices  بِسمِ الله الرَ همن الرهيم ‘En el nombre de Allah, el Más Misericordioso, el Más Compasivo’ - la sensualidad y la pasión quedan sacrificadas.

Los que ofrecen la oración forman líneas igual que en el Día del Juicio; empiezan a dar cuentas de sus acciones y suplican a Allah.

Ofrecer la oración y llorar se parece a estar delante de Allah en el Día del Juicio después de haberse levantado de los sepulcros. Allah te interrogará. Preguntará: ¿Qué has hecho en tu vida en el mundo? ¿Qué has ganado y que Me has traído?” Tales preguntas vienen a la mente en la presencia de Allah durante la oración. Mientras hace la oración el siervo se siente avergonzado, luego se inclina ya que no puede lograr mantenerse derecho por la vergüenza que siente. Mientras se inclina glorifica a Allah diciendo: “Gloria a Allah, el Grande.” Entonces Allah le ordena al siervo: “Levanta la cabeza y responde a las preguntas.” El siervo levanta la cabeza avergonzado y por no poder aguantar tal estado suyo se postra otra vez. Entonces Allah dice: “Levanta la cabeza y responde. Te preguntaré sobre lo que has hecho en la vida del mundo.” Las palabras de Allah tienen tanta fuerza que no soporta estar de pie. Se sienta con las piernas dobladas. Allah dice: “Te he proporcionado favor y bendición. ¿Cómo las has utilizado? ¿Me lo has agradecido? Te he proporcionado riqueza material y espiritual. ¿Qué has ganado con ellas?” Entonces el siervo vuelve la cara a la derecha y saluda al alma del Profeta (s.a.w) y a los ángeles. Les dice: ¡Oh maestros del mundo espiritual! Interced por favor ante Allah por este pobre siervo. El Profeta (s.a.w) contesta al que le saluda: “Se ha acabado el tiempo de ayuda y consuelo. Todo esto se tenía que haber hecho en la vida del mundo. No has realizado buenas acciones ahí, no has adorado, has perdido el tiempo.”

Entonces el siervo vuelve su cara a la izquierda. Pide ayuda a sus parientes. Éstos contestan: “No pidas nuestra ayuda. ¿Quién somos nosotros? Debes de responder a tu Señor tu mismo.” El siervo que no puede conseguir ayuda de ningún sitio se desanima y después de haber perdido toda la esperanza de encontrar ayuda se vuelve hacía Allah, busca en Él el refugio y abriendo las manos para suplicar dice: “¡Oh Señor! He abandonado la esperanza de que alguien me ayude. Tú eres el Primero, el Último, y el Único al que suplican los siervos. Busco Tu Misericordia y Compasión Eterna.”

Rumi continúa:

Mirad a los signos agradables de la oración y sed conscientes de lo que os espera. Reponeos e intentad beneficiaros de vuestra oración tanto físicamente como espiritualmente. No andéis como en pájaro que recoge el grano del suelo. Poned atención en el dicho del Profeta: “El ladrón más malvado es el que roba de la oración.” (Hakim, Mustadrak, I, 353)

“Si alguien ofrece la oración con la reverencia debida e implora a Allah siendo consciente de Su Amor, Allah le cumplimenta diciendo “A tu servicio.”

El Profeta (s.a.w) dice lo siguiente sobre los grados de la oración y la reverencia debida: “Dos personas ofrecen la oración en el mismo lugar y al mismo tiempo. Sin embargo, hay entre ellos una diferencia tan grande como entre el cielo y la tierra.” (Ihya)

Por eso, el Corán apunta a que los verdaderos creyentes son aquellos que ofrecen su oración correctamente y con la debida reverencia: “y cuidan su Oración.” (Ma’ariy, 70:34) Y de nuevo en la misma surah: Aquéllos que son constantes en su Oración.” (Ma’ariy, 70:23)

Es la opinión de los de la elevada espiritualidad que:

“El verso expresa el espíritu de la oración dado que su manifestación externa no se puede mantener permanentemente. La oración permanente significa recordar a Allah en todo momento.”

Jalal al-Din Rumi interpreta este verso metafóricamente: “El siervo mantiene su estado durante la oración y también después. De este modo pasa toda su vida en decencia y debida reverencia, cuidando también su boca y alma. Este es el camino de los que aman a Allah.”

Luego continúa:

“La oración que nos aleja de los actos malvados tiene lugar cinco veces al día, pero los que aman a Allah permanecen siempre en oración debido al amor que hay en sus almas y al afecto Divino que llena sus corazones no le basta con ofrecer la oración cinco veces al día. La oración del amante de Allah es como la situación de un pez en el agua. Dado que un pez no puede vivir sin agua, el alma del amante de Allah no encuentra paz sin la oración constante. Por esta razón, la expresión “no me visites mucho” no es para los amantes de Allah. El alma de los verdaderos amantes siempre permanece sedienta. Si se aparta de su deseo incluso por un momento, le parece que son miles de años. Y si pasa miles de años con el amado, a él le parecen un momento. Por eso el amante de Allah siempre permanece en oración y es de este modo como encuentra a Allah. Si pierde una pequeña parte de la oración, para él es como perder miles.”

¡Oh los sabios y los inteligentes! Está fuera del alcance del intelecto comprender la unión con Allah en la oración. Solamente se puede entender sacrificando el intelecto por el Amado y el despertar del corazón.”

El despertar del corazón depende de la dirección hacía la cual se dirige el siervo. Rumi dice de ello lo siguiente:

“Para los reyes la dirección es la corona; para los que aman el mundo es el oro y la plata; los ídolos son la dirección para aquellos que aman lo material; para lo amantes del espíritu es el corazón y el alma; para los ascetas es el nicho de una mezquita; y la dirección para los descuidados son actos inútiles; y para los vagos es comer y dormir; y para los seres humanos es el conocimiento y la sabiduría.

La dirección para el amante es la unión eterna; y la dirección para un sabio es la Faz de Allah; y la dirección para los mundanos es el rango y las propiedades; y la dirección para los derviches son los principios de la religión; y la dirección para la pasión es el deseo del mundo; y la dirección para la gente del compromiso es la confianza en Allah.

Debemos ser conscientes de que la dirección que tomamos en la oración no es el edificio llamado Ka’bah, sino el lugar donde está ubicado. Si la Ka’bah fuese cambiada de sitio, no podría ser dirección de la oración.”

Así que uno debe dirigir su corazón hacía Allah a la vez que dirige el cuerpo hacía la Ka’bah, porque la dirección del corazón es Allah. Por otro lado, para alcanzar la debida reverencia en la oración hace falta tener la perfecta intención de realizarla siguiendo el dicho del Profeta (s.a.w) “los actos se juzgan por las intenciones. Significa ser consciente de la presencia ante la que estamos mientras hacemos la oración, lo cual a su vez requiere examinar los deseos del corazón y apartarse de todo objetivo salvo el de la aprobación de Allah.

Uno debería reconocer la Grandeza de Allah en cuanto empieza con las palabras “¡Allah es Grande!” Cuando se levantan las manos hacía las orejas uno debería dejarlo todo atrás. Se debería sentir en el corazón el deleite de estar en presencia de Allah. Debería sentir como si hubiese dejado el mundo transitorio para dirigirse hacía el Más Allá. Los ojos deberían fijarse en el punto en el que se pondrá la cabeza en la postración. Se debería sentir en todo momento estar ante Allah y ser una criatura impotente, siempre necesitada de Allah. Uno debería estar entre aquellos siervos a los que Allah elogia con las palabras: “¡Qué buen siervo!”

Al recitar el Corán uno debe hacerlo correctamente e intentar comprender y contemplar el significado de los versos a la vez que ponerlos en práctica en su vida. El Profeta (s.a.w) dice: “La recitación del Corán significa hablar con Allah.” (Abu Nuaim, Hilya, 7, 99) Por esta razón, el alma debería estar siempre vigilante a la hora de recitar el Corán.

Uno debe decir las palabras Gloria a mi Señor, el Más Grande” contemplando su significado y sintiendo en todo momento la Grandeza de Allah. Y cuando dice las palabras “Gloria a mi Señor, el Altísimo durante la postración, una vez más, debemos sentir la Grandeza de Allah. Al ser conscientes de que el siervo se acerca a Allah en la posición de postración, debemos postrar también nuestra alma a la vez que lo hacemos con el cuerpo. Solamente al hacerlo podemos alcanzar la bendición del secreto del verso “… póstrate y busca proximidad.” (Alaq, 96:19) Así pues, el siervo debe disfrutar de la unión con Allah e intentar estar entre aquellos amantes de Allah que anhelan recibir el amor de Allah.

Cuando está sentado después de cada dos unidades de la oración el siervo debe sentarse con reverencia y sentir lo impotente que es y, por lo tanto, lo mucho que necesita la misericordia de Allah.

Cuando es el turno de volver la cara a la derecha y a la izquierda para completar la oración con las palabras que se dicen a los dos ángeles “la paz y misericordia de Allah sobre vosotros”, se debería hacerlo con la alegría de la unión con Allah a través de la oración y el compartir esta alegría saludando a los dos ángeles a la derecha y los dos a la izquierda. Si la oración se ofrece de la manera que complace a Allah los ángeles devuelven el saludo, y Allah recompensa este tipo de oración en el Más Allá como lo dice el Corán:

“¡Paz con vosotros! porque tuvisteis paciencia. ¡Y qué excelente la Morada del Buen Final!” (Rad, 13:24)

Estos requisitos de la oración y su debida reverencia, decencia y unión con Allah no están fuera del alcance de los seres humanos. El disfrute espiritual en la oración no debería considerarse como algo decorativo ya que las oraciones del Profeta (s.a.w), quien nos enseñó cómo ofrecerla, tienen una naturaleza que trasciende tal evaluación, igual que las oraciones de sus compañeros y de aquellos amigos (elegidos) de Allah quienes les siguen y son para nosotros también guías espirituales.

LAS ORACIONES DEL PROFETA (s.a.w)

Se ha transmitido que mientras el Profeta (s.a.w) ofrecía la oración la gente alrededor solía oír una voz llorosa que salía de su pecho. Ali (que Allah esté satisfecho con él) recuerda su observación al respecto: “vi al Profeta (s.a.w) cuando lloraba en la oración debajo de un árbol durante la Batalla de Badr. Pasó en esta posición toda la noche…” (Fadail al-Amal, 299)

El Profeta fue visto en un estado en el que su corazón emitía sonidos como si fuera una olla hirviendo. Aisha (que Allah esté satisfecho con ella), la mujer del Profeta (s.a.w), dice: “Solíamos oír un sonido que salía del pecho del Profeta (s.a.w), era como una olla hirviendo.” (Abu Dawud, Salat, 157; Nasai, Sahv, 18)

Aisha dice también:

“El Profeta (s.a.w) solía hablar con nosotros mucho, pero cuando venía la hora de la oración cambiaba como si no nos conociera, y se dirigía a Allah…” (Fadail al-Amal, 299)

Así pues, alcanzar esta bendición de la oración debería ser el primer objetivo de nuestras almas. Aunque no siempre se puede alcanzar, debemos esforzarnos en esta dirección. Resumiendo, el comportamiento del Profeta (s.a.w) en la oración debería ser para nosotros el modelo. Contra más nos acercamos a este modelo, más beneficio recibimos.

Hay que recalcar aquí que ningún acto humano puede realizarse de manera perfecta sin haberlo intentado muchas veces. Esto se refiere también a la oración, que primero se hace como una imitación. El siervo necesita tiempo para alcanzar la perfección igual que un artista necesita tiempo y experiencia para producir un trabajo perfecto. Los que no pueden realizar su oración de manera perfecta no deben perder esperanza y seguir intentándolo. Igual que se tiene que remover toneladas de tierra para conseguir un gramo de oro, se debe intentar alcanzar la perfección y paz en la oración con perseverancia. Y se hace necesario tener durante la oración un sentimiento como el que describe el Profeta (s.a.w) de esta manera:

“Cuando ofrecéis la oración deberíais hacerlo como si fuera vuestra última oración. No digáis nada de lo que luego os podáis arrepentir, ni os inclinéis hacía lo que desean los descuidados.” (Ibn Maya, Zuhd, 15)

Los compañeros del Profeta (s.a.w) y aquellos santos de Allah quienes les siguieron siempre han luchado por este objetivo tal como lo identifica en su dicho el Profeta (s.a.w).